29 enero 2006


Solamente

Entramos a ver a Pepe Rubianes en el 2003, sin tener ni idea de qué iba el espectáculo, simplemente porque su anterior interpretación del Makinavaja del genial Ivá merecía la pena la apuesta. Era en el Capitol de Barcelona, en plena Rambla, en frente de Canaletas. Estaba lleno, aunque ya llevaba 7 años en cartel. Las luces estaban apagadas y a nuestro lado se sentó un auténtico vejestorio encorvado sobre sí mismo, calvo y sin dientes que creí reconocer, pero enseguida me despisté porque nos llegaba una voz en off en catalán y me rival me dijo: “¡La cagamos Luis!”. Fue una falsa alarma. El monólogo de Rubianes, Rubianes solamente, fue en castellano y juro que jamás me he reído tanto en mi vida y dudo que jamás me vaya a reír igual. Rubianes, con un humor surrealista, imaginativo, afilado, basto y zafio a la vez, se reía de todo y de todos, de los gallegos, de los catalanes, de los españoles, de los matrimonios, de su abuela. Descacharrante, como cuando invitó a subir al vejete, que resultó ser Lázaro Escarceller, el Matías en Makinavaja, y éste se marcó unos chistes increíbles. Ahora Rubianes, gallego, está en la palestra porque el otro día, a la pregunta en TVE-3 de si le parecía que la unidad de España estaba en peligro, dijo que a él la unidad de España le sudaba la polla y unos cuantos exabruptos más que si no se le conoce suenan muy mal pero que, al menos yo, comprendo, toda vez que la tabarra de los últimos meses está siendo histórica, aunque también me gustaría saber si le suda lo mismo la tabarra que dan los vascos y los catalanes, que también es fina. Luego aclaró que se dirigía a un sector concreto, pero la máquina mediática del boicot y el linchamiento ya está en marcha. Yo lo tengo claro: la próxima vez que vaya a Barcelona iré a ver a Rubianes, solamente.

28 enero 2006


Fred

Mañana me tragaré los Goya, como todos los años, igual que hacía con los Oscar antes de que la plataforma digital de Paul-Anka, ya saben, el de Put Your Head on My Shoulder (pon tu pasta en mi cuenta), le pusiera rayas a casi todas las cosas que me interesaban de verdad. Menos mal que las garras de Polanco no han llegao aún a los Goya. Pero este año he sido muy malo y he ido muy poco al cine (eso no se hace amigos, menos internet, menos puñetas y todos al cine), tan poco que de todos los nominados sólo he visto dos películas: Obaba y Elsa&Fred. Obaba, por militancia, porque una película de Armendáriz para un navarro es como una de Spielberg para un judío o una de Ron Jeremy para un feo (¿no conocen a Jeremy? Busquen en Google. Y luego vayan al cine). Y, a pesar de que ya dije que Obaba no terminó de gustarme, ojalá se lo lleve todo, que un éxito ayuda a una posible siguiente película y el gran Montxo se lo merece. La otra es Elsa&Fred, también por militancia. Milito en el club de seguidores de Manuel Alexandre, nominado por vez primera en su carrera a los 88 años, y no me pierdo una sola de sus películas, como antes me pasó con Luis Ciges, Agustín González o Rafael Alonso. Yo es que creo que antes de los 60 años no había que darle un premio a ningún actor, en serio. Y Alexandre, el mismo que una señora que dirige no sé qué asociación de televidentes Plaza del Castillo calificó una vez como “el peor actor que ha pasado por un plató”, supongo que porque era rojo (como si John Wayne fuera mal actor por ser facha, qué cosas), sencillamente se sale de la pantalla. Y compite con dos mocosos como Ballesta y Jaenada y Eduard Fernández ya tiene dos, así que el Goya es suyo. Y no por la edad, no, sino porque está inmenso. Y no se hable más. A por ellos, don Manuel.

27 enero 2006


Vaya paquete

Ayer hice un hallazgo espectacular: ha bajado el tabaco. ¿Lo sabían? ¿A qué no? Pues lo descubrí yo, con estas manitas y mi tricotar. Si ustedes no fuman, pues les dará igual, como, un suponer, me importaría a mí que bajara la ópera. Pero a mí me dio un subidón. A lo que iba. Hice ese descubrimiento yendo como iba en plena calle y, como soy tímido, no paraba a la gente para contárselo de milagro, con esa alegría que le entra a uno cuando ha descubierto la piedra filosofal, la canción del siglo (aunque todos sepamos que la canción del siglo es Visions of Johanna) o un bar donde no haya un solo disco de Ajelandro Sanz y sus derivados. Y no me refiero a esa bajada del tabaco que ha llevado a cabo Philip Morris, qué va, de eso se enteró cualquiera. También de que Altadis, por su parte, subió el precio de sus paquetes, a partir de ayer más caros de conseguir que los de los maromos de Pasión de Gavilanes (me dice mi rival que ya no lo echan. Da igual. Yo es que a esa hora veo los documentales de la BBC, como Fungairiño. También veo los resúmenes de Gran Hermano, pero eso no se lo cuento a nadie, que soy un intelestual). De lo que me enteré yo es que mi marca de cigarros se hace trampas a sí misma. A saber, el paquete de 20 cuesta 2,40 euros en el estanco. El de 10, 1,20. En ambos casos, a 12 céntimos el cigarro. Pero entré en un estanco, me dieron sin querer uno de 19 (sí, venden de 19, cualquier día nos venden 11 huevos) y me cobraron 2 euros. Pregunté si estaba bien el precio y me dijeron que sí. Y saqué mis cuentas y me salía cada cigarro a 0,105 euros, lo que, a un consumo de 20 cigarros al día, me supone un ahorro de 106 euros al año. Y me compré 385 paquetes de 19 (y me sobran 15 trujas, pa los malos ratos). Si es que el que no ahorra es porque no quiere.

26 enero 2006


Silbar

Asombroso, lo de Campoy es asombroso. Su porcentaje de burradas cada vez que abre la boca podría competir sin problema con el que logró el otro Kobe Bryant para hacerle 81 puntos a los Raptors. Yo ya he perdido la cuenta con este hombre. La última ha sido declarar que impedir la entrada en el colegio de Berriozar al padre que agredió a un profesor “no es eficaz porque no puede haber un policía a la puerta de cada colegio”. A ver, Campoy, majete, el colegio de Berriozar no es “cada colegio”. Es uno donde un elemento le ha soltado dos tortas a un profesor por el gravísimo delito de coger a su hija de un codo. Esto es, hay un problema real, alguien que, aunque se haya arrepentido, ha sido capaz de hacer eso y que, de momento, puede seguir entrando al colegio a, si le dicen algo a la niña, buscar sparrings. Parece que la policía, que sí se pasa por las puertas de los colegios para que el personal no trapicheé, lo que está muy bien, no puede hacerlo para preservar la seguridad del profesorado. Pa hacer los atestaos, valgo hasta yo. Dice también Campoy que la decisión de no permitir la entrada al padre corresponde al centro y no a su departamento, que bien que se salta a la torera cuando quiere sus propios límites y exigencias (pide a los centros la implantación de sistemas de calidad pero no les suelta un euro). A su departamento, especialmente a su consejero, parece corresponderle decir “hay que ser más buenos todos”, mirar pa otro lao y silbar un rato. Guardo muy buen recuerdo de la gran mayoría de los profesores que tuve y, viendo el nivel de tolerancia que se tiene con muchos de los críos de hoy en día, la educación de algunos padres y la capacidad del consejero, espero que sigan todos bien. Lo que a veces no entiendo es de dónde sacan las fuerzas para seguir.

25 enero 2006


Paletos

Tengo en alta estima al gerente de la sociedad que gestiona Baluarte. ¿Motivos? Muchos, principalmente que conozco su modo de actuar y su exquisita obsesión porque una cosa que se presupuesta con coste cuatro cueste efectivamente cuatro. Y me da que esto del adoquín le tiene que estar poniendo enfermo. Y es que es realmente complicado, ni aún poniéndose a ello, hacerlo tan rematadamente mal. Recordemos que el arquitecto predilecto ganó un concurso de ideas en su tiempo, antes incluso de que el actual gerente fuera designado, antes incluso de que el actual Consejero de Cultura fuera ni siquiera director de Príncipe de Viana o de que la alcaldesa ocupase su trono de suma hacedora o, en este caso, de suma apropiadora de obra ajena. Esto es, Mangado estaba aquí desde el principio y ahí sigue, imponiendo, supongo que con el contrato en la mano, qué se hace y qué se deshace. Un gerente, un consejero, una alcaldesa, no tienen por qué saber ver en un plano que ése adoquín es para faquires, de la misma manera que no lo veríamos usted o yo. Ni tampoco la consultora que se encargó de confirmar que todo el proceso de construcción se ajustaba a objetivos y presupuesto. No entiendo de obras, pero un suelo que no se puede levantar en su totalidad por posibles filtraciones es una mierda de suelo, pero a ello se agarra el predilecto para negar la total desaparición de ese campo de minas que se sacó de su privilegiado y preclaro cráneo. Y se saca de la manga este segundo parche para demostrarnos quién es aquí el que manda y seguir diciéndonos que nosotros, los que no sabemos de planos, seguimos siendo Paco Martínez Soria con la boina a rosca. La diferencia es que nuestra boina se puede desenroscar y tu adoquín, según tú, no. A ver entonces quién es aquí el más paleto.

22 enero 2006


Inventadas

A Batasuna le pasa lo que a mí, que soy hipocondríaco. Ahora mismo estoy planeando una peritonitis. A los hipocondríacos nos pasa que, a fuerza de dar la pelmada y de inventarnos los males, no nos hace caso nadie y cuando nos da el jamacuco real, nos miran con cara de asco, nos dan una aspirina y nos vamos pal otro barrio, de muy mala leche. Mismamente, mi epitafio en la lápida iba a ser: “Ya os dije que estaba enfermo”. Digo iba porque prefiero que me quemen (con lo flaco que estoy me pueden quemar con mechero) y me tiren a un campo de mi pueblo, a controlar a los pescadores. A Batasuna, que cambia más de nombre que Prince y Tamara juntos, le ha pasao parecido, que le duele algo pero no sabe el qué pero por si acaso se queja. Y eso es peligroso, porque luego llega el momento de enfrentarse a la que podría ser la fase final de la enfermedad de verdad y a su posible solución y los médicos le mandan a tomar por saco, por falso, mentiroso y canso. Y no le dejan ni la opción de poder decir 33 cuando tal vez iba a decir 33 y quizá ese 33 podría servir para algo, aunque, a estas alturas, vaya usted a saber, que los hipocondríacos lo mismo decimos una cosa que decimos la otra, como Pazos. El caso es que ayer iba a decir algo, pero los médicos, que en según que cosas tienen mucha razón con este paciente en concreto pero en según qué otras se equivocan de receta, ni siquiera le han dejado ir a la cita, lo que, en el caso de un hipocondríaco, es un error, porque se inventa más males todavía y hasta le sirve para ganarse el apoyo de familiares y amigos, a los que les revienta tener cerca un tocapelotas pero más que no le dejen ni hablar, que muchas veces hablar no hace daño, aunque otras sí. Mal asunto el de las enfermedades inventadas. Y el de la automedicación.

21 enero 2006


Don Simón

Tengo una edad, pero cada vez que la abuela me manda bajar a por vino a la carpintería a la hora de la cena paso un miedo del copetín. No lo supero. Sí que había superao ya el pánico que me daba meter los periódicos y los cartones, uno a uno, en ese contenedor tan entretenido que nos puso la Mancomunidad y que parecía que le estabas metiendo la mano por el culo a una vaca peluda para ver si soltaba el ternero. Los primeros días asomaba la cabeza por entre las cerdas para cerciorarme de que allá abajo efectivamente no estaban Hannibal Lecter o los mismísimos hermanos Izquierdo, los de Puerto Urraco, a punto de terminarse el pan cabezón y el kilo y medio de queso, que esta gente tiene muy malas digestiones. Hasta preguntaba. Pero luego le fui cogiendo el truco, me relajé y, los días de lluvia, hasta aprovechaba para ducharme. Era meter un periódico y ¡zaska!, agua, restos de porquería, polvo, se me quedaba el pelo mucho más sedoso que a las trillizas de Julio Iglesias, María Eugenia, María Emilia y María Laura, ¡toma ya memoria! (y sin mirar en google). Pero van ahora y anuncian que los van a cambiar y aseguran que es porque la gente se queja. La gente es que es tremenda, se queja por todo. No dicen nada de que con semejante invento del profesor bacterio haya bajado el reciclaje, qué va, si no por la gente, que es muy tiquismiquis. Perdonen, que me he asustao, que acaba de entrar por la ventana la nariz del que redactó el comunicado. Bueno, pues si, como dice, la Mancomunidad hace caso a la gente, yo, que soy gente, le pido que haga más grandes los agujeros por los que se meten las latas y los briks, que mi abuela bebe mucho Don Simón (dice que el agua le pone triste el estómago) y de tres en tres tarda una eternidad. Y llega a misa con el partido empezao.

20 enero 2006


No, sí, no, sí

Para los que tenemos la desgracia de ser fumadores, fumarse el primer cigarro del día tras tomarse un buen café (el desayuno de los hombres, je, je, café y truja, vean la excelente película de Jim Jarmusch Coffe and Cigarettes) mientras se lee el periódico es algo incomparable. A mí me pasa, supongo que como a muchos, que el café de casa no me sabe tan bueno como el de máquina, aunque lo sea, así que este rito es diario y, hasta hace poco, mejor en panadería-cafetería, con esa mezcla de olor a café, pan y bollo. Pero pasó que, con esto de la ley, todas se lanzaron a la carrera de la prohibición, cuando había algunas que, por tener licencia de cafetería, podían o creían que tenían opción a dejar fumar. Pasó que una franquicia panadera, la más importante de Navarra, tomó la decisión, todos a una, de prohibir el tabaco en sus 76 establecimientos, la gran mayoría de ellos con licencia de cafetería. Me parece muy bien. Pero hete aquí que un alto porcentaje de la clientela se les había ido a tomar viento viciado y algunos han decidido volver a colocar los ceniceros, no por que haya alguna laguna en la ley al respecto, que la hay, ni porque desde Salud Pública les hayan dicho que todavía no van a empezar las inspecciones y sanciones, que se lo han dicho, sino por que los fumadores, que a su vez somos excelentes consumidores de café, así volveremos al redil. Pues conmigo que no cuenten. Para el pan, por supuesto, pero para el café y el truja, ni harto vino. Porque esta estrategia demuestra que, si no éramos importantes hace 20 días, tampoco lo queremos ser ahora y, a lo hecho, pecho. Y por que también evidencia una clara falta de respeto a los que no fuman, a los que no se les puede andar toreando con el cartelito cada dos días según la dirección del viento.

19 enero 2006


Protección

Hay cosas que es mejor no decir, sobre todo si has nacido en Barakaldo. Si has nacido en Hortaleza, te meten 3.000 euros de multa y, al minuto, las radios y las teles nacionales te siguen riendo las gracias porque eres un tío con gracia, con gracejo andaluz que se llama. El humor vasco, en cambio, no lo captan, que se lo digan a los de Vaya Semanita que se fueron al Made in China. No tengo nada ni contra los de Hortaleza, ni a favor de los de Barakaldo. Es más, me cae cien veces mejor Luis Aragonés que Clemente, pero comparar la frase “escupen los que bajan de los árboles” con “dígale a ese negro de mierda que usted es mejor que él” es rizar el rizo. Es lo que tiene confundir el respeto al negro con su superprotección noña y paternal. Me recuerda a una vez que vi a Paco Ibáñez y José Agustín Goytisolo cantando y recitando en Madrid. Dijo Goytisolo: “Nos han amenazado unos cuantos ultras de derecha y la policía nos ha ofrecido su protección. Les hemos dicho que no, que gracias, porque, ¿quién coño nos defiende entonces a nosotros de los policías?”. Pero la Comisión Nacional Antiviolencia no lo ve así y pide una sanción a Clemente, a pesar de que éste ha insistido que cuando dijo eso no sabía que el escupitajo lo había lanzado Eto’o, que es negro. El mismo Eto’o que al fichar por el Barça dijo: “Voy a correr como un negro”. Nadie pidió que le sancionaran. Se conoce que si eres blanco sólo te puedes meter con los blancos y, si eres negro, con los negros. Porque aunque tengo claro que cuando Clemente lo dijo sabía a quién iba dirigido, pensaba que en este país se sancionaba por lo que se dice o se hace y no por lo que se piensa. Visto este caso y otros más famosos, va a ser que no, que a los que andamos de Tudela para arriba nos aplican otra escala de valores.

18 enero 2006


En la bajada

Mi amiga Virginia no es viuda, aunque mis amigos me aseguran que sí, que el que estaba en la peor habitación del tanatorio (cuando íbamos de casas rurales le pasaba igual, siempre el peor cuarto) era el Tito Txutxin. Yo no quise verlo pero, si lo dicen mis amigos, les creo, faltaría. Pero resulta que la Seguridad Social le ha dicho a mi amiga que el pequeño detalle de que llevara 12 años con el Tito y los dos últimos conviviendo e inscritos en el registro de parejas de hecho no le confiere la categoría de viuda. Mi amiga se mete la categoría de viuda por entre las ondas del pelo y el importe de la pensión ni les cuento, pero que unos tecnócratas le aseguren que no era la mujer del Tito le parte el alma, aún más si cabe, porque ya dice El Maestro que “cuando piensas que lo has perdido todo, descubres que siempre puedes perder un poco más”. También le dicen que, si quiere, recurra. Frío y duro como el acero. Esta gente desayuna clavos. El papel del registro deja claro que la pareja de hecho tendrá los mismos derechos y obligaciones que un matrimonio, pero, a la hora de su aplicación, un abogao dice A y el otro H intercalada, algo desasosegante para mi amiga, que no entiende el motivo por el cual una ley que está hecha para igualar sirve para discriminar y recordarte que eres un anarco y un asocial por no pasar por una iglesia o un juzgao, ya seas heterosexual, gay, lesbiana, vegetal, mineral o cosa. El Ministro de Trabajo afirma que esto se va a revisar aunque a mí, la verdad, que al final se la concedan no me va a restañar el dolor de ver su cara ayer mientras leía el papel. Porque, recuerde señor ministro, El Maestro también dice “trata bien a los que te encuentres mientras estás subiendo porque, más tarde o más temprano, te los cruzarás en la bajada”.

15 enero 2006


Unos fritos

Con la rasca que hacía y encima me echan agua por la cabeza. Menos mal que era del Jordán, que es más templao, y no del Athabasca, que si no se me criogenizan las orejas. Eso sí, me he agarrao un trancazo de no te menees y ahora anda mamá toda agobiada. El abuelo dice que mejor, que así cojo defensas pal futuro, que falta me harán. El abuelo lo que es habla por no callar. La noche que papá se puso malo porque se comió más langostinos que Paul Newman huevos duros en La leyenda del indomable, mientras la abuela le decía que no hacía falta, que no iba a llegar la república al día siguiente, vi al abuelo en la tele. Lo curioso es que estaba cenando delante mía al mismo tiempo que hablaba en la tele. No se hizo ni caso. “Pásame la sal”. “Cojonudos estos espárragos, lástima que sean peruanos”. Como un orejón se puso. Y ni se miraba. “Anda, quita eso, que me aburro. Pon la ETB, que echan Mister Bean”. “Fero fi tú no fabes fuskera fafá” le dijo papá. “Qué cruz. Mister Bean no habla, Filis, no habla. E indulta a algún langostino, hijo”, le contestó. El abuelo, cuando se pone, puede ser muy cortante. Luego de que me volcaran el tupperware de agua por la cabeza, nos fuimos a comer. En casa, eso sí, nada especial, un picoteo, unos fritos y unas fantas pa mis primos y punto. “Es que no sabes tú bien, Sonsoles, cómo ha subido el precio del cubierto para un bautizo. Una boda parece”, le decía mamá. “Yo, cada vez que José Luis invita a los presidentes autonómicos, hago lo mismo, hija”, contestaba la otra. Vamos, las conversaciones típicas. Y yo allá, aburrida como un hongo. Y es que desde que a Froilán le han puesto una orden de alejamiento a más de 10 metros de mí, me hastío. Un fenómeno, aunque todo él sea su propio talón de Aquiles. A ése sí que no le lava ni el agua del Jordán.

14 enero 2006


Nota

Este pueblo es muy divertido, la verdad, da gusto. Yo hay días que me río como una hiena. Como aquel que hace más de 65 años vio el preestreno de Ninotchka, de Lubistch, y dejó apuntada su impresión en la tarjeta que daba la productora para opinar. Lubistch leía todas las tarjetas muy serio, hasta que llegó a ésta y le entró el ataque de risa. Se la pasó a Billy Wilder, que iba con él en el coche. La tarjeta decía (lleva dos rombos): “Una película muy graciosa. Me he reído tanto que me he meado en la mano de mi novia”. Yo ayer me reí como hacía meses y te lo agradezco Maiorga, me alegraste el día. El caso es que, preso de la incontinencia verbal y comunicadora casi on-line que sufren los partidos, Maiorga Ramírez, presidente de EA en Navarra, mandó el jueves una nota de prensa poniendo a caer de un burro a Miguel Sanz por unas declaraciones que había hecho en La Rioja. Y resultó que Miguel Sanz ni había abierto la boca, con lo que le cuesta a veces, ni había estao ese día en La Rioja, ni cosa parecida. Las declaraciones las había hecho el Presidente de La Rioja, Pedro Sanz, pero al cachondo de Maiorga se le cruzaron los flejes, se le mezclaron los Sanzs (que no me extraña) y se marcó un gazapo de campeonato, tanto que, a la hora de redactar estas líneas (15:30 horas del viernes 13 de enero), la nota de prensa sigue colgada de la página web de Eusko Alkartasuna, no sé, como homenaje al teatro del absurdo de Ionesco o así. Yo es que ya me veo que ahora cada vez que se crucen en el Parlamento le dirá Maiorga a Miguel: “¡Hasta luego Pedro!”. Y el otro le contestará: “¡Hasta luego Begoña!”. Y cada uno a lo suyo. Y a seguir mandando comunicados a la velocidad de la luz. Como dice Walter Sobchak (John Goodman) en El Gran Lebowski: “Niños de ocho años, Nota”.

13 enero 2006


Gin-tonic

Michel, el de mi pueblo, que es un crack absoluto (suya es la frase: “Países subdesarrollados como Yemen, el Alto Volta y España jamás llegarán a la Luna”), le puso de mote Knopfler. Knopfler y sus rizos llegaban cada año a fiestas del pueblo y en menos lo que dura el solo de guitarra de Sultans of Swing montaba el bar delante de la Opposa, donde se hace el baile. Zas, zas, con cuatro neveras de esas grandes de bar ya estaba. A Knopfler no le han llamao para montar el bar que van a colocar delante del Baluarte, encima del material antes conocido como adoquín, je-je (¡qué poco dura la alegría en casa del arquitecto que ha conseguido poner de acuerdo a toda una ciudad! Eso no lo logra mucha gente: Osasuna, Indurain y tú, tío). Yo entiendo que las elites no conozcan a Knopfler, porque la ruta de Knopfler no sale de los pueblos con menos de 200 habitantes, pero podrían haber preguntao. O a lo mejor sí que lo conocen pero como el chico se ha llevao un disgustillo con lo de quitar el adoquín (yo me ofrezco voluntario para quitarlo, no cobro. O se podría comercializar, como los trozos del Muro de Berlín), pues como que habrán pensao: “Le damos también el bar a Mangado, para que reafirme su ego, tan necesitado”. Espero que al bar se entre por la puerta, que las puertas se abran y se cierren, que la barra no tenga una altura de dos metros, que la terraza no la ponga en las escaleras de bajada al parking, no sé, esas cosas que hacen algunos arquitectos que están más pendientes de su prosperidad y su posteridad que de nosotros, los simples mortales. De momento, el predilecto arquitecto ya ha anunciado que se tratará de un “gran volumen de vidrio prácticamente traslucido”. Coño, pa hacer un Gin-tonic gigante mucho mejor era Knopfler, que los tiraba de muerte.

12 enero 2006


Ibiricu

“Caballero, ¿me podría decir si voy bien por aquí hacia el Reyno de Navarra?”. “Sí, va bien, luego gire a la izquierda, siga recto y lo verá delante”. “Gracias”. Y llegamos. Iba con mi hermano, que no veíamos juntos un partido de Osasuna desde que Esparza le metió un gol al Barça en Copa. Al principio dudamos, por la falta de costumbre, pero al final entramos. Una preciosidad oyes, verde por aquí, rojo por allá, to en su sitio, buen ambiente, asientos libres, ni mucha ni poca gente. Perfecto, lástima que no fuera miércoles (ya saben, el partido soñado, miércoles a la noche, lloviendo a mares, bocata, 0-2 al descanso y 3-2 al final). “Más veces deberíamos venir William, mira que somos vagos”. “Pues sí, la verdad es que está alao”. Pedimos unos cafés para ir quitando el frío y hacer tiempo, mientras por la megafonía decían no sé qué de las peñas. “Oye, ¿ése que ha pasao no era Ibiricu? ¿No te dijo que estaba de director en un hotel en Sevilla?”. “Era, era. Sí, estaba. Pues tendrá puente o se habrá vuelto a currar aquí”. “¿Y qué órdigas hace un director de hotel de Sevilla vestido de botones en Pamplona?” “Yo qué coño sé Jorge, pues volver a sus orígenes. Calla, que empieza”. Celebramos el gol de Delporte, insultamos al árbitro cuando se tragó los penaltis, nos metimos con Severiano Ballesteros, Bustamante y Botín (la triple B), juramos con el gol del Racing, yo me comí sus uñas, él las mías. Vamos, lo típico de dos hermanos compenetrados viendo el fútbol. Y se acabó el partido. Y apagaron la tele. Y entonces mi hermano me dijo: “Jorge, majo, la próxima vez, mejor pregunta por El Sadar, que en este hotel se está muy bien, pero por 40 euros que nos ha costao la entrada qué menos que oler a Reflex”. “Coño, haber preguntao tú, tío listo. Y Ibiricu te mintió”.

11 enero 2006


Cacahuetes

Los personajes de las novelas de Kafka eran personas lógicas y razonables en comparación con la que ha diseñado y está ejecutando la peatonalización del Casco Antiguo. Pero podría ser peor; imagínense que este elemento fuera el que sincronizara los semáforos. A saber, y por lo que me toca, los apenas 150 metros de San Gregorio llevan desde primeros de agosto en danza, cinco meses de nada, a metro el día (mis amigos y yo nos pimplamos un metro de chupitos en Logroño cada cinco minutos y mírennos, tan majos). Ayer empezaron a poner la loseta tras un mes entero y verdadero sin tocar nada (el mes sabático que se llama; se habrán ido los currelas a conocer Europa como hacen los yankees al cumplir los 18). Dejaron puestas las aceras y en medio el todouno. Y el océano. No les miento si les digo que el lunes había que ser David Meca para cruzar el lago que se había formao delante del Anaitasuna (el bar) y que llegaba hasta la puerta del Museo (el bar). Hasta patos había. Dije: “¡Coño, otro tramo del Canal de Navarra. Y Miranda sin inaugurarlo!”. De escándalo. A mi, sinceramente, lo mucho que ligue el vecino me parece estupendo, pero me resulta indiferente. Vamos, que lo disfrute. Pero en este caso me pregunto si este sindios del Casco Antiguo, esta especie de planes quinquenales que nos están aplicando, tendría lugar en Conde Rodezno, Carlos III, Sancho el Fuerte o qué se yo, si tendrían el suficiente rostro de decirles: “Mira, ahora os vais a joder 10 años seguidos. Mostar va a parecer esto, pero os va a quedar de mono...”. Me parece que no, que se gastarían el dinero que se hay que gastar y lo harían todo de golpe y en un año. Pero aquí no, aquí, como dice mi amigo Txuantx, nos consideran “una reserva de especies protegidas”. Y nos echan cacahuetes.

08 enero 2006


El tren

Esto es verídico. Volvíamos de pasar unos celestiales días en Cádiz. Katxas y Lu, que se quedaban unos días más, nos habían dejado en la estación de tren de San Fernando muy de mañana, cuando aún no están puestas ni las calles, sólo los que salen de los afters. Llevábamos un mal cuerpo importante y nos sentamos en nuestros asientos, que no eran para fumadores por un error mío, lo que me iba a obligar a ir a la cafetería a calmar a la bestia cada hora o así, en buena hora. Él se sentó tras nosotros, pero a la izquierda del pasillo. Ella, justo detrás nuestra. De repente, él le pidió permiso para sentarse a su lado y ella se lo dio. Nosotros nos miramos sin más. Cosas así se ven todos los días. Lo que no se ve todos los días es que empezaron a hablar al paso por el Puerto de Santa María y acabaron exactamente cuando el tren se paró en la estación de Atocha en Madrid. Cuatro horas y media cascando sin parar. Si uno le mentía, la otra le devolvía una bola todavía más enorme. Él le decía que el marmitako era de lejos la comida más típica de San Sebastián, ella asentía y le contestaba que ella una vez estuvo en Rumanía, porque quería traerse un piano y que le habían dicho que los mejores pianos del mundo eran los rumanos, y entonces le pilló la revuelta que acabó con el que mandaba allí, “un tal Tchaikovsky”. Hubo ratos que dudamos de nuestra integridad, las costillas flotantes se chocaban unas con otras y contener las carcajadas era de titanes. Seguían y seguían, algo impresionante, de verdad, lástima no haber tenido una grabadora. Yo me escapaba a fumar y dejaba a mi pobre rival ahí, con el miedo de volver y que se hubiera dao fuego como en Aterriza como puedas. Ahora ya no se puede fumar en los trenes. Y es una pena, porque, aquel día, el tabaco me salvó la vida.

07 enero 2006


Mamoneo

Leo que Jaime Lissavetzky, Secretario de Estado para el Deporte, va a despedir mañana en Barajas a una expedición que se va al Aconcagua (6.959 metros). Bien. La expedición no la forman deportistas paralímpicos, ni especiales de ningún tipo ni nada. La forman Juan Oiarzabal, Juan Vallejo (himalayistas ambos) y deportistas en activo o retirados como Gervasio Deferr, Fernando Escartín, Theresa Zabell, Amavisca, Martín Fiz y Chema Martínez. Bien. Van a intentar subir al Aconcagua por la ruta normal, ascendida por vez primera en 1897, y que, aún con todo el mérito que tiene subir hasta esa altura, no deja de ser un ascenso al alcance de millones de personas mínimamente preparadas y que tengan la suerte de aceptar bien la altitud (hay alpinistas que vuelan hasta los 5.000 metros y en cuanto pasan de ahí se les encharcan los pulmones o el cerebro. Es algo que no se entrena, pasa o no pasa). La expedición es un invento del diario Marca, que está en su perfecto derecho de hacer de esta excursión todo el espectáculo mediático que quiera, como si se quieren subir a San Cristóbal, y que de alguna manera tiene que sacar rendimiento al excelente contrato que con ellos tiene firmado Oiarzabal, ése buen himalayista que en 2003, con los 14 ochomiles ya en su haber, se fue al Cho Oyu (8.201 metros) para ayudar a subir a un amigo, Gumersindo Ibáñez, y el amigo no pasó de los 6.000 metros y él se subió dos veces dos (23 de septiembre y 5 de octubre) y se quedó tan ancho. Lo que no es de recibo es que un Secretario de Estado se preste a dar pábulo a semejante excursión, de altura pero excursión al fin y al cabo, que nada tiene que ver con el deporte de elite y sí con el mamoneo mediático que se practica en un diario de Madrid de la mano de un alpinista de Vitoria.

06 enero 2006


Chupinazo

Echaba de menos el periodismo de verdad (esto del columnismo de salón lo hace cualquiera, hasta yo) y me dije: vete al lugar de los hechos e informa, como Pérez Reverte, con la alcachofa en la mano y las balas entre las piernas. Y fui, motu proprio, en mi propia moto (como dice el gran Eder, arriba firmante). Vuelvo ahora, quemando ruedas, a contárselo a ustedes, si tienen a bien, aunque a estas alturas ya lo sabrán: Lizaur no me hace ni caso y ayer se volvió a afeitar el bigote, se pintó la cara (igual que todos sus pajes, no había ni un negro de ADN negro) y se dio su buen baño de masas. No sé qué vamos a hacer con este hombre la verdad, me preocupa. Si cuentan que Johnny Weissmuller acabó sus días lanzando el grito de tarzán y la dentadura postiza a un tiempo, éste se despedirá, ojalá cuanto más tarde mejor, repartiendo abrazos, sonrisas y cantado el Only You. Se conoce que que te aclame media ciudad, aunque sea a causa de una impostura sobre otra impostura, engancha. Se conoce también que que le vitoreara toda la Plaza de Toros hace décadas cuando se vistió de superman ya no le llena. La verdad es que el talento hay que reconocérselo. Le sobra. Y el rostro pálido, supongo. Fui primero al Portal de Francia a verlo en carne mortal, que luego escribir de oídas está mal. Era él. Luego me pasé por el Ayuntamiento, del que me gustaría saber a cuánto asciende el patrocinio que otorga a la asociación ésta de blancos que organiza el evento, pero en cuanto empezó a hablar nuestra alcaldesa con esa voz de “su tabaco, gracias” me vine para casa, hundido, lo reconozco. Porque a mí me da igual que no me hagan caso, pero es que ya me veo que el jambo éste acabará tirando el chupinazo algún año. Y yo en los Reyes Magos no creo. Pero en el chupinazo, sí.

05 enero 2006


La luz

Lo cierto es que viendo el jaleo que se está montando con lo de los fumadores, me lo estoy planteando muy seriamente. Qué digo planteando. Ya lo he decidido. Voy a dejar el tabaco. Pero cerca. Las anteriores veces que lo dejé, lo dejé lejos (en el estanco, en el bar de debajo de casa) y se pasa muy mal cuando decides volver, se te hacen las escaleras eternas y pa cuando llegas al estanco ya no sabes si quieres un paquete de rubio o al rubio del paquete, tal es la ansiedad. Esta vez voy a poner los flajos en algún escondrijo secreto y apuntaré en un papel el lugar por si se me olvida, que se me olvidará, y el papel lo meteré en una caja fuerte que tengo con una llave de esas ñajas. La llave la llevaré al estanco, que me la guarden ellos. Si es que ya le decían a mi madre cuando me paseaba de pequeño con el pasamontañas del revés, por respeto a los curiosos y curiosas, no se fueran a asustar, que al menos se me veía una mirada inteligente. ¡Sí, señora, no sabe usted lo que se agudiza el ingenio cuando llevas el pasamontañas del revés, con los agujeros pa ver en la nuca! Decidido esto, tengo que pensar bien el día, porque las otras 14 veces anteriores dudé mucho y eso, a la larga, se nota. Dejarlo el día de la final de la Copa no resultó, ni el 6 de julio, ni el 1 de enero, ni cuando me iban a dar los resultados del scanner. O cuando participó el gran Txuantxi en el programa de Sobera y me tenía de comodín de la llamamada. Casi le pido fuego al Sobera cuando descolgué el teléfono. Yo es que soy una persona de principios. Empiezo todo muy bien, pero no acabo nada. Pero esta vez sí, esta vez estoy tan convencido que no me lo puedo ni creer. He visto la luz. Y ya saben que “cuando ves la luz al final del túnel, es un tren. Y además, no es tuyo”.

04 enero 2006


La habitación

Reflexiona, falta un día, mírate dentro. ¿Ves algo? ¿No? Yo te ayudo, para eso has venido a la consulta. Que no veas nada al principio es normal. Mira, vamos a hacer una cosa. Tú has venido porque has querido, ¿verdad? Sé que esto no se hace todos los días y que parece que no es fácil, pero te aseguro que es bien sencillo. Por eso, después de lo que me has dicho, te doy mi opinión y tú haces lo que quieras. Me dices que quieres dejarlo ya, hoy mismo, y que mañana sea un negro de verdad el que lo haga, pero que lo que no estás dispuesto es a dar la impresión de que te ha podido la presión social, que esto no es Madrid y que aquí todo el mundo te conoce y que si lo dejas va a parecer que has perdido el partido. Mira, esto no es una cuestión de victorias o derrotas. Es un error enfocarlo así. Es un error no hacer algo que crees y sientes que tienes que hacer por que con ello vas a dar el gusto a los que te critican. Y también es un error hacerlo precisamente por que te critican. Si crees y sientes que debes hacerlo, hazlo y olvídate de los demás. Que, si me permites, les zurzan. Has trabajado mucho, has disfrutado mucho también y entiendo que ver las caras de los niños es tan adictivo que sólo el que ha estado ahí puede valorar. Pero, Fernando, hazme caso, tú mismo me has dicho que ya no ves lógico, como sí lo era hace 20 o 10 o incluso 5 años, seguir así, que la vida cambia, la sociedad cambia y lo que valía ayer ya no vale hoy. Así que no sufras más, que no merece la pena. No me pases por favor un año tan malo como éste último, con ese cargo de conciencia. Haz lo que creas mejor, pero sin mirar atrás, que ya lo dijo El Maestro: “Ahora todos me miran porque abandono la habitación, cuando ni siquiera se dieron cuenta cuando entré por la puerta”.