26 febrero 2006


De compras

De compras estuve. ¿Qué es fin de mes? ¿Qué la cuenta corriente es de todo menos corriente? Por dinero va a ser. ¿No somos todos hijos del Señor y por ende hermanos? ¿No nos dicen que hay que consumir para que crezca la demanda interna y no suba la inflación o a la inversa o similar? Pues yo coopero, así me quede a cero, que Dios me lo pagará (espero). Y a mí lo que me priva es una cosa: los comestibles. Los bebibles menos, pero yo veo un comestible y se me ponen las monedas a 180 pulsaciones, tintinean. Entro en la tienda. Me regodeo. “Enséñeme esos 250 gramos de jamón”. “Gracias, pero no me encaja. Esas naranjas, ¿se pueden lavar en frío? ¿Financian ustedes el queso?”. Es que está muy caro el queso, el de oveja. Y eso que las ovejas vienen de ETT, que abarata, pero está muy caro. Paso con mi canasto (yo carro sólo cojo cuando cobro la extra) por un estante y echo 150 gramos de chorizo ibérico (es de ése tan fino que puedes forrar los libros con él, como si fuese aironfix). Vuelvo a pasar y lo dejo. Lo clásico de un sábado. Y es entonces que miro ayer donde la electrónica y me veo aquello, una caja de lo más rara. Marca 1,95 y pone últimos días. Busco en los bolsillos a ver si me llega y sí. Me la compro, aunque no sea de comer. Ya comeré otro día. La pongo encima del televisor, a ver qué pasa, si brilla o qué, pero nada. Acciones de Endesa pone. Llaman a la puerta. Es Zapatero. “Esa ceja no está cómoda, José Luis”, le digo. “No me cambies de conversación, Jorge. Dame la caja”, me dice. “Así no se dialoga, no te jode”, le replico. “Te la cambio por un kilo de queso, de oveja, de Orbaiceta”, me suelta. “Así sí, José Luis, talante. Tómala. Acabo de despachar a un alemán, que me la cambiaba por tres mil euros. Estos alemanes... ¡Nos querían subir la inflación!”.

25 febrero 2006


De miedo

Es que los jóvenes ni tenéis pasado, ni memoria, ni recuerdos, ni na. Juventud tenéis, na más. ¿Y eso pa qué sirve? Pa na, pa tener granos, ya sean éstos endógenos (por la edad, motivo interno) o exógenos (por pasar mucho tiempo en el baño con la puerta cerrada, externo). Y entonces no os acordáis de cuando este país era decente y en la radio hablaba José María García, que gracias a Dios parece que va a volver. Porque don José María decía las cosas claras y, si en 1988 había que decir que Indurain no subía la cuesta de su pueblo, pues lo decía. Y si había que llamar a quien fuera lametraserillos, chupóptero, correveidile o, mejor aún, tonto, pues lo llamaba. Y si había que poner en ridículo en antena a los que trabajaban con él, pues lo hacía. Claro que sí. Un hombre hecho y derecho, que se viste por los pies. Y con don José María no habría pasao lo que le pasó ayer a la pobre Rienda, de qué. Porque él no vendía humo. Hechos. A él le iban los hechos, no como ahora, que todas las cadenas y las radios y los papeles le daban ya una medalla a Rienda sin empezar. Poco profesionales. Él no hacía eso. Él se callaba. Tenía fuentes, que es como tener un tío en América o un primo en Diputación. Y esas fuentes le silbaban las cosas y si le silbaban que no iba a haber medalla, no llamaba al Rey, a “su Majestad”, que decía él. Si antes de una prueba llamaba al Rey, entonces había chapa fijo. Porque don José María era el único del mundo que conectaba al Rey con el medallista, en directo. “Su Majestad, le pongo con Faustino”. “Faustino, le pongo con su Majestad”. “Su Majestad, le pongo con Sofía”. “Sofía, le pongo con Faustino”. Y así. Un telefonista de miedo. Pero don José María parece que va a volver y todo se va a arreglar, nada de circos. ¿Y el Rey qué dice de todo esto?

24 febrero 2006


Cambio

Ayer vi a Corpas. Iba hacia el trabajo, por el Arga. En su barco oficial, tirado por remeros con libreas nuevas. Lo dejaron en la orilla, a la altura de los corralillos del gas. De ahí, nada, Santo Domingo, Mercado, Aldapa y en cinco minutos en el tajo. Y yo, que soy un sentimental y ando todo el rato preocupao por los demás, tuve una idea, buena, creo. Porque el otro día leí una carta de Álvaro de Marichalar y me conmoví. Y yo cuando me conmuevo soy tremendo. Explicaba nuestro explorador favorito (el otro es Telmo Aldaz, que me he enterao que se casa con una hija de Alfonso Ussía. No me veo yo a Telmo cenando con Ussía: “Pásame el machete, Alfonso, que voy a trocear el ñu”) que el Gobierno de Navarra, la tierra de sus antepasados, que tanto ama, no le ayuda económicamente en sus viajes en moto acuática, a él, que tanto hace por nuestra tierra y que va repartiendo banderas navarras por todas partes y hablando de nosotros por todas partes y por todas partes de todo y bien. Y me dije: “¡Coño!, si Corpas se aviene, le puede prestar el barco a Álvaro y que ese China-Japón que va a hacer para lo de San Francisco Javier que lo haga en barco ¿no?, que es como más aventura. Y además en el barco le caben más banderas de Navarra que debajo del sillín de la moto ¿no? Y hasta puede meter las guías de casas rurales y los folletos del Baluarte, que ahora que se pueden pillar las entradas por internet pues así les das opción a los chinos a escuchar a la orquesta Pablo Sarasate, que les encanta a los chinos. Se le dan unos dineros por la promoción, aunque pocos, que en gasolina ya no va a gastar y con bien de latas de atún se hace el camino, y que arree. Que tarda más, no pasa nada, se le da más atún. Y Corpas perfectamente puede ir al trabajo en la moto de Álvaro.

23 febrero 2006


Usillos

Eso les pasa por no llamar a Usillos, el de “si hay que sanear ... se sanea” de El Milagro de P. Tinto. Usillos, con piezas españolas, les hubiera apañao en Fitur el stand a los de Turismo del Gobierno de Navarra en un pestañeo. Les habría cabido el barco de San Francisco Javier, la Pinta, la Niña, la Santa María y el acorazado Potemkim (gran video-club por cierto, con pelis difíciles de encontrar, por donde el Tanatorio más antiguo, que lo sepan). Es lo que tiene hacer el barco antes que el stand, que entre la eslora, la proa, la popa, el timón y la bodega llena de recios tintos navarros y de esas chistorras por las que el personal es capaz de hacer dos horas de cola porque son de gratis se te va la mano, se te va y aquello en lugar de un paquebote acaba siendo un portaviones que no cabe ni en el stand de Canarias, que tiene mar, alrededor, en las propias Canarias no. Los stands de Canarias suelen ser del tamaño de Canarias y los de Navarra más o menos como Petilla de Aragón. Es lo que tiene gastarse millón y medio de euros en cambiarle el nombre a El Sadar, que luego no te llega ni pa stands y andas negociando con los de Fitur el alquiler del espacio que ocupa el stand como los críos cuando compran gominolas: “Un jamón de espiral, un regaliz rojo y un sobre de petazetas. ¿Cuánto llevo?”. “Anda chaval, dile a tu madre que te dé más paga, que me tienes mártir”. A los de Turismo antes les daban poca paga y ahora que se la han subido un poco su madre les ha dicho que la usen pa la cosa ésa del campo de fútbol, que es como si tu madre te dice que te gastes la paga en cortarte el pelo. Y te haces un barquito chiquitito pa meterlo en un stand chiquitito y claro, no te cabe. Por culpa de las chistorras. Y de no haber llamao a Usillos “¡me cago en mi calavera!”.

22 febrero 2006


Doctor Pescanova

A Kiko Arregui los alpinistas le llaman el Doctor Pescanova. Arregui es una autoridad mundial en congelaciones y por su consulta pasan aquellos, fundamentalmente himalayistas, a los que un mal día en las montañas les va a suponer unas falanges menos en pies o manos. Por lo tanto, y aunque él no lo quiera, todo lo contrario, los ingresos del Doctor Pescanova suben a costa de las desgracias ajenas. Lo mismo le pasa a la verdadera Pescanova. La verdadera Pescanova hace bolsa gracias precisamente a las calamidades ajenas y, aunque no sabemos si ella lo quiere o no, aunque lo intuimos, lo cierto es que los inversores se lanzan a comprar sus acciones como tiburones en cuanto aparece un pato muerto en Mendillorri, o a una vaca de Abaurrea Alta le da por leerse un libro de Sánchez Dragó o la costa cantábrica se cubre de chapapote. Las reservas de Pescanova son suficientes, y sus precios lo suficientemente atractivos, como para que los consumidores, por si las moscas, dejen por una temporada la dieta de pollo o ternera o marisco fresco y todos anden unas semanas aprendiendo la función descongelar del microondas, algo que los inversores saben perfectamente, de ahí que si usted ve por la calle alguien que se alegra porque ha aparecido un pato muerto en Mendillorri es o porque ayer compró acciones de Pescanova, que ya han subido un 22% desde enero, o porque tenía algo personal contra el pato, por algún asunto de patas. Pero hay una gran diferencia. Mientras que el miedo y el conocimiento son lo que permite que los montañeros no acaben en la consulta del Doctor Pescanova, el miedo y el desconocimiento son lo que lleva a la gente a abalanzarse sobre las bolsas y la bolsa de Pescanova. Y, mientras, el pobre pato se muere. De pena, que no lo querían ni vino ni muerto.

19 febrero 2006


Ya lo decía yo

Aquí, menos los trenes y los aviones, todo llega antes de tiempo y suceden las cosas antes de que pasen. En otros sitios, como tienen horarios europeos, se organizan de otro modo y hasta que no lo tienen grabado en vídeo no te aseguran que ha pasado lo que ha pasado. Aquí no, aquí somos unos adelantaus, y así la Jurado se ha muerto ya, al proceso de paz le queda un teleberri y María José Rienda ya tiene el oro en el slalom gigante de los Juegos de Turín. Que la Jurado aún respire, que el proceso de paz ahí vamos, bien, tirando, y que la Rienda corra el viernes son detalles sin importancia, mera cuestión de tiempo, ya verá usted y ya se lo decía yo y hágame caso que si yo se lo digo será por algo, que estoy muy bien conectao. Sí, al supergen. La Rienda, por ejemplo. La Rienda ha cometido el error de ganar alguna carrera antes de los Juegos y ya ha ganao el oro, con un par de esquís. Puro realismo mágico. Me acuerdo de una vez en la que Blanca Fernández Ochoa ganó el gigante en los Juegos de Calgary de 1988. Televisaron la segunda manga en el descanso de un amistoso España-Checoslovaquia en el que debutó Begiristain y que perdió España 1-2. Blanquita había ganado la primera manga y los futurólogos ya estaban erectos vivos ensayando su “ya lo decía yo”, pero a Blanquita no se le ocurrió mejor idea que darse un tortazo mediano en la segunda, pese al cual aún pasó con tres centésimas de ventaja sobre Vreni Schneider por el primer punto cronometrado. Pero como no vale llegar a meta sin sortear las puertas, pues nada, que no le dieron la medalla, esos cerdos de canadienses, organizaos, más que organizaos. Fue un 24 de febrero de 1988, 18 años antes de la carrera del viernes. Yo ya sé el resultao, que lo tengo grabao. Si lo quieren ver... Ya lo decía yo.

18 febrero 2006


Hipocresía

Hubo un tiempo, ya lejano, en el que nuestro protagonista trabajaba. O lo parecía. Hubo un tiempo, ya añejo, en el que nuestro protagonista, esa mala copia del señor Burns, el jefe de Hommer Simpson, campaba a sus anchas por los prados boina en ristre, especializándose en lo que luego se convertiría en una de sus señas de identidad, los brindis al sol y qué enrollao que soy. Hubo una época ya más posterior en la que este hombre, con uno de los egos más desarrollados de cuantos yo haya conocido en esto de la cosa pública, se creyó el mismísimo Adolfo Suárez y se montó un partido a su imagen y semejanza, un partido que, elección tras elección, ha ido perdiendo fuelle a la par que no ganaba un solo afiliado, más bien al contrario, pero que no ha perdido el tiempo para arrimarse a quien fuera con tal de salir en la foto y pillar coche oficial, táctica que, todo hay que decirlo, le ha salido bien, porque bien hay que reconocer que hay gente que nace de pie. Eso sí, él no, él, con ese verbo fácil de prestidigitador con el que lo mismo engatusa a inocentes electores que señala con su lengua viperina a los que en la cosa pública le puedan hacer algo de sombra, se dedica a vivir la vida en la Universidad Pública, a contemplar con su ojo ciclópeo los asuntos de la foralidad y dictar cátedra cuando le viene en gana, que son pocas veces, que, como buen intelectual del Renacimiento, está a mil cosas. Su última aportación ha sido tildar de “flojos” a los concejales de UPN en el Ayuntamiento de Pamplona, con los que su koljos gobierna en coalición. No están a tú nivel, Jon Gurutze, no están a tú nivel. Vamos, casi nadie lo estamos. Al menos, aunque todos tengamos nuestra parte alícuota, en tu nivel de hipocresía. Pero tú dale duro que, dentro de 100 años, todos calvos.

17 febrero 2006


Chica

Alguna gente no hace amigos, toma rehenes. A veces, los villaveseros, también. Vas tú tan feliz a ver si metiéndote en esa especie de cámara hiperbárica se te alivia la migraña de la ciudad y sus ruidos, pagas tu billete y el villavesero o tiene el día AC/DC o el día Kiss FM. Yo me pregunto cómo es capaz de frenar este tipo con Bon Scott cantando el Highway To Hell a todo gas. Ayer no fue el caso. Ayer el villavesero era villavesera y se conoce que ellas tienen más mundo interior o más respeto a los que vamos en el bus, pero nada, ni una mosca se oía, una paz ... La cosa se jodió en mitad de Noáin, dirección Pamplona. Subió la usuaria. Mediana edad, mediana estatura, media melena. Y un móvil. Pagó con tarjeta mientras hablaba por el móvil, sin mirar a la conductora. Se tuvo que sentar a mi derecha. Pensé lo de Bogart: “De todos los cafés del mundo, tuvo que elegir el mío”. Tenía un volumen de voz cuando menos sancionable y un sentido del ridículo inexistente. Me enteré, vamos, nos enteramos todos, de que desde que vive con su chico ya no hacen casi vida social, chica, no veas. Que se había apuntao con una del trabajo, que es muy majica, chica, a Pilates (que será alguno que trata la afonía o así), que ayer estuvieron tomando una caña, chica, que está muerta de tanto trabajar (Dios, menos mal que estabas cansada). No sé, no nos cantó su número de cuenta y su código pin porque se bajó en mitad de la Avenida de Zaragoza, rajando por el móvil, por supuesto. La última vez que la ví iba por donde el bar El Mochuelo, dale que te pego por el móvil con la amiga, que tenía que estar infartada. Me figuro que entró en El Mochuelo y pidió la especialidad de la casa: oreja. Falta te va a hacer, porque a esa oreja izquierda tuya no le doy más de un mes, chica.

16 febrero 2006


Dí algo

Seguro que lo han visto, por fuerza. Otra cosa es que se hayan fijao. Están por todas partes, como los que hablan del conflisto. El otro día zapeé y en las cuatro cadenas nacionales había seis o siete tertulianos por plató opinando sobre el conflisto. Dura vida la del tertuliano. Vamos, a mí me dicen que a las nueve de la mañana tengo que hablar de una cosa tan espesa como el conflisto y se me atraganta el donuts y le digo a la San Sebastián: “Anda Isabel, maja, habla tú por mí. Total, pa qué”. Me gusta a mí la San Sebastián, esa cara de relajo que tiene, ese humor. Le tengo que preguntar qué desayuna. ¿Ricino? A lo que iba. Hay otra invasión. No sé fuera de Pamplona, que hace tiempo que no salgo (a ver si salgo un día y coincide que empiezan a quitar las papeleras. Y yo eso lo quiero ver, vamos, me pienso encadenar a una), pero lo que es por aquí ya empiezan a estar por todas partes, fundamentalmente las paredes. Se lo detallo: son dos flechas verticales paralelas que apuntan a dos círculos imperfectos. Están dibujadas en rosa o amarillo fosforito, aunque también he visto alguna en negro. No sé qué órdigas puede ser. He pensao de todo: publicidad por anticipación, un cachondo que se lo pasa bien a nuestra costa, el logotipo de un club de tiro con arco, yo qué sé. Lo que no me gustaría es que fueran los marcianos. No es nada personal, que hay marcianos bien majos, J.J. Benítez, por ejemplo, pero es que ahora mismo los marcianos pues como que no caerían en buenas fechas. A ver dónde iban a aparcar las naves si en la calle no hay sitio ni para una vespa. ¿Por qué no será una adquisición más que el ayuntamiento ha hecho en Arco? ¿O la nueva señalización turística que quiere impulsar la alcaldesa? Barcina, da la cara, dí algo, que estamos en ascuas.

15 febrero 2006


Menester

Se están poniendo aún más de moda los programas de telerrealidad, en los que, una serie de personas, humanas por supuesto, realizan diversas actividades con una cámara todo el día detrás del cogote, ojo avizor por si al interfecto se le escapa alguna declaración pasmosa o en mitad de la noche se levanta y se zampa todas las galletas que el grupo tenía para una semana entera. Dentro de estos programas, hay dos clases bien diferenciadas. Aquellos en los que los protagonistas son desconocidos y otros en los que los llamados a ocupar nuestra pantalla son, a su manera, famosos, famosillos o, simplemente, cuñaos de una amante que una vez tuvo el lío cubano de Marujita. Estos famosos, normalmente, no están ociosos como, por ejemplo, la basura de Gran Hermano, y lo mismo nos cantan, que nos bailan, que nos hacen una crema de calabacines con espárragos trigueros a las finas hierbas del Riff. O se van a una isla y aprenden a hacer fuego y matan peces con un palo y moscas con el rabo. Estos famosos acuden a la llamada de las productoras porque están en horas bajas o necesitan liquidez o vaya usted. La gente, normalmente, los aprecia y su sola presencia da un toque de seriedad al programa del que parecen carecer aquellos programas similares en los que el concursante es un jula de Tomelloso o la propia Vanessa La Tigresa, porque, como bien dicen en las tertulias, sólo van al programa a hacerse famosos, algo vergonzoso, y a vender su intimidad y a que su madre se vea obligada a salir en pantalla aclarando que su niña no se endroga y que no, que no se acostó con Bertín, aquel día al menos. A mí esos programas me repugnan. Los de los famosos. Los otros me parecen democracia. Les permiten ser famosos de medio mes sin tener que acostarse con Marujita, que ya es menester.

12 febrero 2006


El Grito

Le preguntaron a El Maestro cómo definía sus canciones. Dijo: “Tengo canciones de muchas clases. Aunque no lo crea, tengo canciones de cinco, de seis, de siete, de ocho e incluso de diez minutos”. Hace poco leía la entrevista a una artista. Le preguntaban por qué había titulado su exposición de un modo concreto. Dijo: “Es, digamos, como una paz entre roturas. Un estado de pausa. Los estados de pausa son momentos de trabajo”. No pude seguir. Me fui al frigorífico, lo abrí, aparté el yogur (caducó en el 99, pero le hemos cogido cariño) y agarré la cerveza de emergencia. Le dije: “Lata, siempre te recordaré”. Y me la bebí. Eché el provechico de rigor y volví a colocar el yogur en su posición. “No te preocupes, mañana va a venir una tarrina de mantequilla”, le aclaré. Es que a veces se siente muy solo el yogur, natural. Luego bajé a la calle, cogí un autobús, llegué a Madrid, entré en ARCO, contemplé los extintores, me compré dos, no sin tener que discutir con los de seguridad, y me volví a casa. Los tengo puestos en el salón, a cada lao de El Grito de Munch. Yo es que por los extintores pago, pero por El Grito pues como que no, asín que lo tuve que birlar. Eso sí, sólo birlo en el extranjero, lo que se llama importación. Llega un amigo y me pregunta qué significa el cuadro: “Ni puta idea. Ésa cara se le quedó cuando lo tenía puesto en la cocina y abrí un día el frigorífico”. Luego me pregunta qué hago con dos extintores en casa. “Simbolizan la posibilidad de aferrarse a una última alternativa ante la catástrofe material y humana a la que todos estamos expuestos en un universo en el que los individuos estamos solos en última instancia”, le explico. “¡Jodó, lo que sabes!”, me dice. “Yo es que voy mucho a ARCO, chaval. Y además no tengo seguro de incendios”.




11 febrero 2006


El tono

El tono es muy importante. El tono, el politono y el sonitono: “Mande un sms con el texto a dedo y consiga una VPO en Orkoien. O dos, si son pequeñas”. El alcalde de Orkoien, que es de IU, se despachó el otro día, en una discusión en el pleno, con que había otorgado dos VPO a dedo. Eso ahora. Que antes había otorgado más. La oposición, que está a la que salta (ya saben, Marta Mendía), le acusó entonces de lo normal, de forajido, e IU replicó que estas palabras había que entenderlas en un tono irónico. Anda que no he tenido trifulcas yo con los colegas en el mail por el tema del tono, que si eso no me lo dices tú a mí en la calle y que vamos al foso (en mi colegio, cuando nos retábamos, nos citábamos en el foso de longitud, espíritu olímpico que teníamos). Es que en lo escrito, ya sea en un periódico o en el ordenata, eso del tono irónico como que no se pilla, una puñeta. Para eso, la tele y la radio cuentan con la ventaja de escuchar lo dicho en “persona-personalmente”, como dice el Catarella de las novelas del detective Montalbano, de Andrea Camilleri (léanlo, por favor). Pero hete acá que el alcalde, se supone que porque en su partido le han dicho que abra la boca única y exclusivamente para respirar y sólo si tiene taponada la nariz, da la callada por respuesta y se niega a facilitar la cinta de audio que contiene la famosa frase, para que los expertos en tonos irónicos den un veredicto, como en La Máquina de la Verdad. Y hasta que eso no pase pues al alcalde de Orkoien le pasará lo que a Isbert cuando decía aquello de “¡vecinos de Villar del Río, como alcalde vuestro que soy os debo una explicación, y esa explicación que os debo os la voy a pagar!” y así hasta el infinito y más allá. Es que ya dice el refrán que “en boca cerrada no entran p...”.

10 febrero 2006


La lavadora

Les cuento. Leo que una familia que vive en un caserío en Erratzu va a tener electricidad por vez primera en su vida. Genial. Gobierno, Baztán y la propia familia van a sufragar la obra. Estupendo. Leo también que, a título personal, esto es, de su bolsillo, el Consejero de Agricultura, Javier Echarte, regaló una lavadora nueva a la familia. Como lo leen. No dudo, porque no tengo por qué dudarlo, que el señor Echarte sea un gran tipo y que este gesto, que en sus propias palabras ha tenido porque hace dos años vio a la etxekoandre “lavar en la pila y me impresionó”, lo ha hecho de todo corazón. Pero, si se me permite, estos gestos con luz y taquígrafos, esto es, con prensa de por medio y foto y declaraciones, pues quedan muy bien en el Hola, cuando la famosilla de turno se fotografía en la selva con “los negritos” (como suelen decir ellas) y luego se vuelve pa casa pletórica, “renovada” y de lo más “espiritual”. Bueno, ya ven que tampoco esos reportajes del Hola o de donde sean me gustan lo más mínimo. Es más, los detesto profundamente, a no ser que la actividad de la estrella en cuestión forme parte de una labor prolongada y anónima y no de un hecho puntual y público. En sus visitas públicas, el señor Consejero se puede impresionar con lo que quiera, faltaría más, pero, aunque sea con la mejor intención, responder de manera pública a un sentimiento privado me parece o un grave error o, permítaseme, un gesto al que cuando menos le pongo el interrogante de por qué se hace de cara al público, al resto de ciudadanos, que tal vez tengamos luz pero igual no lavadora. No sé si me explico. Porque a veces en política dicen que no sólo hay que ser honrado sino además parecerlo, pero creo también que a veces hay que ser buen tipo y no contárselo a todo el mundo.

09 febrero 2006


Paco

Dentro de la esquizofrenia en la que vive instalada la programación televisiva, hoy, al menos, una buena noticia: vuelven Los Hombres de Paco. A mí me la descubrieron mi hermana y mi cuñao y, para cuando quise darme cuenta, ya la habían sacado de la parrilla. ¿Motivos? Ni idea, supongo que el puñetero share, pero, después de haber visto sólo dos capítulos, me pareció la mejor serie española en años, muy por encima de ese 13 rue del percebe que es Aquí no hay quien viva, con ese Fernando Tejero que no sé cómo coño la gente lo ve gracioso, o del pestiño en el que se va convirtiendo Los Serrano, donde sólo el gran Fiti y su hijo salvan los muebles. Por no hablar de Aida, que es como para pegarse varios tiros. Los Hombres de Paco, que recupera para la televisión al enorme Pepón Nieto y que cuenta en su papel protagonista con un descubrimiento, un fenómeno el Paco Tous, representa a unos policías tan torpes que se vuelven hilarantes. Como hilarante es el mensaje al final de la serie, en el que los guionistas aclaran que la serie es de ficción y que nada más lejos de su intención que molestar a los diversos cuerpos de policía. La risa, el mensaje. Es de esas cosas que hay que hacer en este país y que no comprendo: pedir perdón por hacer humor y más si el colectivo afectado ostenta alguna clase de poder. Perdón nos debería de pedir a todos ese cocinero que sale en TVE-1 por las tardes, que no para ni un segundo de decir ¿ehh? y que cocina con aceite de Laponia, cebollas senegalesas y patatas chipriotas. Voy al mercao, dice el tío cachondo. Y entra a un sitio que no lo veremos usted y yo en 200 años, con 36 clases distintas de pasta fina. Eso sí me pone a mí de los hígados. Lo tenía que decir. Y que vean Los Hombres de Paco, que son unos maderos, sin doble sentido.

08 febrero 2006


El oso

Estamos salvaos, bien, bien. Ahora nos queda lo más difícil, elegir qué hacemos con el resto de nuestra vida. La duda que me entra ahora, supongo que como a casi todos, es si nos interesa de verdad o no jugar la Champions, aunque me dura poco. Ganar la Liga sí que nos interesa, estaría bien, je-je (¿qué son 11 puntos de desventaja, si todavía les queda pasar por aquí a los catalufos?). Pero lo de la Champions me parece que hay personal al que no le interesa que la juguemos, que, como reparten unos buenos dineros, pues harán lo imposible para que unos desgarramantas como nosotros la tengamos que seguir viendo por la televisión. Sólo por darles en el morro estaría bien meterse. Eso sí, también hay aficionados que en cuanto oyen mencionar la palabra Europa se les ponen los abonos mustios. Son esas gentes que andan todo el día agobiadas por el futuro: “Seguro que luego bajamos a Segunda”. ¿Y qué? Pues a Segunda, tan contento, oyes, mientras hayamos visto por el Estadio Antes Conocido Como El Sadar yo qué sé, al Manchester Unai, que decía Butano. Estos socios enseguida te sacan los recuerdos del Celta, del Espanyol, con tal de no dar su brazo a torcer y así poder agobiarse antes de tiempo, a gusto además. No saben eso que dice El Maestro de que “detrás de cada belleza ha habido siempre algún tipo de dolor”. Y no me digan que no es bello que nos vayamos a Liverpool. Vamos, yo es que hasta cantaría su himno, hay que ser de piedra pómez pa estar en Anfield y no cantar ese himno. Ya, ya, ya sé que queda mucho, pero como pongo la televisión y no dicen ni mú de nosotros, extasiados como están con el resurgir del Patético de Madrid y el Zidane y esas cosas, pues como que me apetecía vender la piel del oso antes de cazarlo. Hasta me lo como si hace falta. Amos rojos.

05 febrero 2006


Y ahí entra

Soy católico por parte de abuela materna. A mi abuela le quitas la misa y las diatribas de Arzallus, con lo que disfruta ella metiéndose con Arzallus, y lo mismo le da hacerse budista, de la rama Richard Gere, sobre todo por Richard Gere, que le recuerda a mi primo Gonzalo. Lo de Arzallus lo lleva mal que bien, que el de ahora no le llega ni al lauburu, pero, como se aplica la COPE, pues se conoce que le hace el efecto metadona y no está tan mal, pero lo nota, eh, lo nota, lo de Arzallus, la abuela. Es que un domingo sin ver por la tele a Arzallus con el polo del cocodrilo en algún prau es como un domingo sin carrusel, muy duro. Y mi abuela se refugia en la misa, aunque no sé si reza pa que vuelva Arzallus, no le pregunto, que la religión es sagrada, como el urólogo (por cierto, ¿alguien sabe si aparecieron aquellos informes robados al urólogo del abuelo paterno de Leonor? Mera curiosidad). A lo más que llego es a vacilarle cuando me dice: “Ayer recé por ti, michico”. “Pues la abuela del delantero centro del otro equipo también debió rezar, abuelita. A ver si os organizáis”. Y no me mira mal, no, en serio, nos respetamos: tú por ese lao del pasillo y yo por éste. Es broma, que el pasillo es muy estrecho. Y en ésas andábamos, tomándonos el pelo, que si pocafé me dice ella, que si tragasantos le digo yo, cuando nos enteramos del cisco que se ha montao por unas viñetas de Mahoma. Le pregunté su opinión y ella, que como es del 17 tiene una parte bolchevique y otra menchevique, me dijo: “Yo es que lo que no entiendo de los ateos es la obsesión que tienen con los creyentes. Y lo que no entiendo de los creyentes es la obsesión que tienen con la religión. Hay que tener más hobbies”. Ahí le has dao, abuela, tener un solo vicio es muy malo. Y ahí entra Arzallus.

Lo viejo


Tengo miedo, mucho miedo. Entro en la biblioteca general de la plaza de San Francisco a leer la prensa sin tener que pagar (consumo demasiada prensa, pero me estoy quitando, leré, me estoy quitando, lará) y unos cuantos pares de ojos vidriosos me miran fijamente y siento cómo castañetean sus dentaduras postizas mientras se dan de codazos entre sí y parecen decir: “Ése zagal que se cree que se va a leer algo antes de las dos. ¡Y una leche! Toma el ABC, Justo. Pásame El Mundo, Matías”. Los abuelos me hacen el vacío. Tienen montado tal sistema de rotación de los periódicos que es imposible acceder a ellos sin cometer asesinato. Los leen además con una parsimonia que en cualquier momento parece que se vayan a quedar tiesos con el dedo puesto en la página de las esquelas. “Que hoy no se ha muerto, jefe, hoy no. ¿No me haría el favor de dejarme El País un momento?”, le digo a uno, que parece el baranda. Ni me contesta. Desisto. Voy a por el pan. Hay un tsunami de mujeres en la panadería. No me pregunten cómo, porque el talento es inexplicable, pero el caso es que todas las que entran detrás mía consiguen pedir su rosco de San Blas mucho antes que yo mi media barra. “Dele al menos un cacho a Sabina, señora, que, más que cantar, grazna”. Ni me miran. Desisto, ya comeré Bimbo, si queda. Me encuentro con una amiga periodista. Me cuenta que el ayuntamiento va a cambiar las papeleras porque están ya muy viejas. Pienso para mí que en esta ciudad es precisamente lo viejo lo que está más en forma. Pienso también que el ayuntamiento se va a gastar 42.000 euros en ARCO. Me meto en casa acojonao, pensando en qué modelo de papelera nos van a endilgar éstos. Sólo espero que el mismo que vaya a ARCO no sea el que vaya a elegir papeleras. Tengo miedo, mucho miedo.

03 febrero 2006


Barata colleja

Da la sensación de que ir por ahí haciendo el idiota y abofeteando gente sale casi tan barato últimamente como comprarse un cartón de tabaco, dos a lo sumo. Nada, que 50 euros de multa le han caído al adulto (26 añitos tiene ya la criatura) que, junto con otro compinche, campaba a sus anchas por Barcelona arreando sopapos al personal y grabándolo todo con la cámara del móvil. Vamos, como los drogos de La Naranja Mecánica pero en plan más fino y más tecnológico. El juez, porque lo ha juzgado un juez en un juicio de esos rápidos, tan rápido como una bofetada, le ha rebajado la sanción de 900 a 50 euros porque el infractor se ha confesado arrepentido y, como suele ser la norma en estos casos, ha asegurado que él sólo conducía el coche, que el malo era el otro, que a todo esto no se presentó al juicio. Siempre me ha parecido asombroso que, en casos como éstos, un arrepentimiento sirva prácticamente para irse de rositas, mucho más que si, por poner, vas por la calle Tallers de Barcelona a por unos vinilos y escupes, que entonces, según una ordenanza bien reciente, te pueden caer entre 300 y 1.500 euros de multa. Que sí, que escupir por la calle es una marranada, pero anda que sale mucho más caro que soltarle un boinazo al propio alcalde y grabarlo con el móvil. Aunque me imagino que si le atizas al alcalde, pues te caería más multa, pero como se las das a los que tu crees pringaos que van por la acera a su aire, pues nada, 50 euros, casi lo puesto, tócate los pies y silba. Vamos, no digo yo que le apliquen el Tratamiento Ludovico como a Malcom McDowell en la peli, pero, la verdad, ofrece bien poca confianza en la justicia que uno llegue a un juzgao, diga que se arrepiente, suelte la pasta de la cena del sábado y salga a la calle tan campante y en paz con el mundo.

02 febrero 2006


Qué casa

Estamos tan solos.. Hay un hombre que, al margen de su mujer y de su hijo, ha ido a comprobar, entre otras cosas, lo absolutamente solo que está. Y hoy, seguramente en el día de su muerte, se ha dao cuenta de que sí, de que no hay nadie que le espere, de que no hay nadie que le haga las natillas. Ese hombre es, hoy y mañana, el mejor ochomilista, junto con Denis Urubko, Simone Moro e Iñaki Ochoa de Olza, de la actualidad. Una persona que, precisamente por estar por encima del bien y del mal, se asemeja a alguien que hoy no vale nada. Bah, es un ochomilista, seguro que no valora la vida. Mentira, puta mentira, una de las mentiras más terribles que existen en la actualidad. Un ochomilista valora la vida igual que nosotros, igual de fuerte, sabe el valor de un café a media mañana, sabe el sabor de un soplo de aire. La única diferencia es que está en otra dimensión, en un lugar en el que las personas nos medimos por lo que hacemos y no por lo que los demás pensamos que valemos. Ayer se paró la búsqueda por Jean Christophe Lafaille, al que sus amigos llamaban Asterix, un pequeño francés que, entre otras cosas, había ascendido 11 ochomiles por las rutas más inesperadas. ¿Sentido? Ninguno, eso es cierto, pero ¿qué sentido tiene hacer lo nuestro? Y nosotros no pensamos en ello, lo dejamos pasar. Es más importante hacer algo, aunque no sepamos qué hacemos. El caso es hacer algo y mostrarlo, seguir la rueda, algo hermoso o tétrico. Las personas que lo dejan todo por un ochomil, normalmente saben de lo que se hablan. Persiguen sus sueños en lugar de que sus sueños los persigan a ellos, que es lo que, habitualmente, nos pasa a los demás. Por eso cuando, muy de vez en cuando, alguien pierde el hilo de camino a casa, yo siempre me pregunto: ¿pero qué camino? ¿pero qué casa?

01 febrero 2006


Caguensos

Supongo que una entrega de premios que hacemos mis colegas y yo a las mejores conversaciones alcohólicas del año nos interesa a nosotros y a nadie más. Claro que, si esa entrega, por el motivo que sea, le parece interesar a más gente y mis colegas y yo negociamos con una televisión para que la retransmita en directo, pues digo yo que intentaríamos no dar la chapitela a los televidentes con nuestros chistes privados, que a nosotros nos hacen mucha gracia pero a los espectadores pues suponemos que no. Intentaríamos también que los presentara alguien que no se olvidara del texto y que, por esas raras conjunciones astrales, emanara cierta química, no ya sólo con mis colegas y yo, que por supuesto estaríamos en el teatro esperando los premios con nuestros vaqueros y nuestras camisas de cuadros, sino también con los que están en sus casas, que son buena gente y que, como en la televisión les han dicho que es importante apoyarnos a nosotros y a nuestros premios porque hay otra cuadrilla por ahí fuera y con otros premios que nos hace una competencia bastante desigual, pues se tragan la retransmisión mientras están haciendo la tortilla con la Jennifer a cuestas y el Joshua metiendo los dedos en el enchufe. Una química que sería bueno que también llegara a su compañera presentadora, toda vez que, aunque sabemos que lo realmente importante es el nivel de nuestras conversaciones alcohólicas, ya que hacemos una entrega de premios y la echamos por la tele, pues que la gente vea más o menos de lo que somos capaces y se piense que nuestro trabajo de todo el año es tan bueno o mejor que el nivel de la gala. Pero claro, eso lo intentaríamos mis colegas y yo, que somos muy raros cuando queremos. Se me acaba el espacio. Y yo que les iba a hablar de los Goya, caguensos.