07 junio 2013

Coconut Tree

Cuando leí que Barcina en el acto de entrega del premio de Viana –barazo, el Viana, sobre todo la zona heavy- al que asistieron los herederos –que a la tarde visitaron una empresa. Siempre he tenido esta duda: ¿esto va al mejor postor o cómo funciona?- dijo que “a la política hay que devolverle la dignidad” pensé lo mismo que cuando Tom Waits anunció que dejaba el alcohol: ¡vas tarde! Supongo que ya saben la historia esa que cuenta Keith Richards, por la cual él y Waits se juntaron una vez de farra, adrede, en plan duelo, y se les fue un poco de las manos, lo clásico de venga, va, la penúltima y pa casa. Richards lo recordaba así: no había manera, pero al final cayó. Me duró 7 días. Por todos es sabido que Richards no es de este planeta y no descansa ni al séptimo día. Él duró 8. Barcina parece ser que quiere emularle y hacer caso omiso a absolutamente todas las recomendaciones, la lógica, la historia, la ética, la situación de su partido, de la tierra del gobierno que dirige en minoría, la de su salud, la de la nuestra, a todo, está embebida en sí misma: ¡quiere ser Keith Richards, que sigue dándole al frasco a plomo! No hace falta recordar la lista infinita de situaciones rocambolescas protagonizadas por Richards –incendios, detenciones, cárcel, peleas, fracturas, cancelaciones, salir mamao raso a tocar con Dylan para cerrar el Live Aid y hasta el más allá-, como tampoco enumerar la notable agenda de actuaciones nada edificantes –UPNA, inversiones en Can, dietas Can- de la que quiere devolver eso a lo suyo, de lo que lleva viviendo 17 años. Neil Young, que tampoco se quedaba corto, cantaba que aquello que te ayuda a vivir, te acabará matando. nos. Va tarde, va tarde. No intente emular a Richards. Han caído millones. Él solo se cae del cocotero. ¡Y es suyo!